Imágenes al azar.

domingo, 30 de noviembre de 2014

Quae quo altius in vinculo nascatur: Etapa 2

De la comprensión nace el vinculo más profundo: Etapa 2





Y el Amo ocupó el sitio del monstruo. Y si el monstruo era un animal sediento de satisfacer sus ansias de placer y dolor egoístamente, el Amo era un ser humano aunque no por ello menos exigente… exigente pero comprensivo y empático. El Amo derrochaba amor en cada gesto y caricia, y el monstruo satisfacía en ella la necesidad de ser tomada brutalmente, golpeada, marcada, humillada y llevada por su incandescente fiereza animal.

En el Amo encontraba paz para pensar… para sentir con tranquilidad y con precisión cada experiencia que vivía con él, cada práctica, cada sentimiento que provocaba en ella hábilmente, fascinándola y atrapándola entre sus palabras y sus manos como un mago que la moldeaba con su voluntad. La inmersión profunda y el sentimiento de sentirse guiada, protegida y exigida eran un oleada de gratitud que la llenaba, el Amo le daba un propósito superior… casi una razón para vivir.

El alma de la ahora sumisa brillaba y lucía más entera y limpia, las marcas desaparecían para dar pasos a nuevas marcas como flores lilas que se marchitan y apagan para volver a nacer en un ciclo continuo… la mano del Amo y su sonrisa y mirada de orgullo la acompañaban por la calle mientras la agarraba de la cintura y la lucía a ojos del mundo gritando en silencio lo feliz que se sentía de tener a su lado a una mujer como ella.

Las conversaciones sobre pasado y presente sucedían en cualquier lugar, en cualquier momento con naturalidad y sinceridad, y estas la hacían examinar sus anhelos, sus deseos, sus necesidad y sus metas. El Amo era esa persona que empujaba sus límites como un hábil psicólogo, como un amante avezado y dedicado, como un Maestro inflexible que te forzaba a superarlos para luego recompensarte con palabras de reconocimiento y gestos de amor.

Llovía, ella estaba sobre la cama mirando a su Amo mientras este encendía las velas que sacaron sus rostros de la penumbra en aquella oscura y fría tarde de invierno. La música sonaba suave y aquella pequeña mujer se retorcía entre las sabanas y la manta de la cama con algo de nervios mientras se mordía el labio. Su cuerpo chocó contra el de ella con la fuerza de una ola contra la pared de un acantilado tal era su tensión. Sabía lo que iba a suceder aquella tarde… era algo que temía y que no se sentía capaz de realizar. Y pese a que lo habían hablado infinidad de veces intentaba que nunca fuera la hora de la verdad. Las caricias, los besos, las manos de el agarrando con fuerza todo lo que era suyo, las piernas de ella enroscándose a su cuerpo como si quisiera formar parte de todo lo que significaba ahora… El deseo crecía contra su vientre duro cálido y firme y el de ella temblaba entre sus piernas húmedo y palpitante mientras los gemidos se derramaban contra el cuello de su Amo. El tiempo irreal y desnudo como ella dejó de tener sentido, aunque su cuerpo tembloroso y convulsionado marcaba el momento del primer orgasmo. Ahogado contra la boca de su Amo escapó por un hueco en gemidos incontrolados mientras su sexo se derretía entre sus dedos salpicando de placer el cuerpo de su amante.

-Sabes lo que quiero de ti…-dijo Él con una sonrisa mientras le permitía recuperar el aire y el espíritu. La cara de ella se contrajo en una mueca de frustración, pero Él la besó y la apretó contra su pecho -Has llegado a un acuerdo conmigo… has prometido que cumplirías todos mis deseos… y yo se con toda seguridad que eres capaz de esto… -susurró a su oído con aquella irresistible y seductora voz que erizó todo su cuerpo haciéndola entrecerrar los ojos de placer -Tómalo todo de mi… soy tuya…-dijo ella mientras llevaba una de sus pequeñas manos a su miembro para volver a endurecerlo, mirándole con sus tímidos ojos y la inocencia pintada en su rostro.

Él acomodó un cojín bajo su pecho y su vientre y acarició desde su cuello a su espalda lentamente hasta llegar a sus nalgas para separarlas y hundir su lengua en aquel lugar prohibido que la hacía retorcerse de placer al ser estimulado. Sus dedos pasearon por su sexo lentamente humedeciéndose con todo el placer acumulado y ascendieron lentamente por sus labios hasta llegar a su ano penetrándolo con lentitud y paciencia mientras su otra mano estimulaba su sensible clítoris.



La tensión era palpable al principio, pero lentamente el Amo con sus palabras, su paciencia y sus manos repartiendo placer y dolor de forma gradual y constante la sumergieron en una tranquilidad y una predisposición completa para terminar llegando al deseo puro donde su cuerpo se movía solo contra los dedos de este penetrándose profundamente entre gemidos que se acrecentaban inevitables y sinceros. Incluso llegó a tener en su interior la inimaginable cantidad de dos dedos lo cual era una proeza para ella. Y los dedos dieron paso al vibrador. Y el deseo de entregarle aquel lugar que siempre había guardado con celo y miedo eran ya plenos.

El glande tierno y firme rozaba su lubricado ano, y todo fue tan lento como fácil, se deslizó en su interior con calma arrancando profundos gemidos al sentir como aquella gloriosa carne desbordaba su estrecha cavidad anal abriéndose al Amo y dueño de cada centímetro de su cuerpo. Se sentía invadida por su virilidad de forma desesperadamente deliciosa, temblando sin control hasta que su cuerpo descansó contra el de el completamente llena.

Las embestidas fueron lentas al principio, la mano de ella con permiso de su vigilante Amo obtuvo el permiso necesario para recrearse de forma progresiva y violenta contra su sensible clítoris, convirtiendo su primera y ansiada vez en una caída en picado a la locura del placer apretando su miembro en cada orgasmo que contraía sus musculos y recibiendo su blanca esencia entre gemidos de placer y satisfacción absoluta.

Y por todo ello en su mente y su cuerpo, Él volvía a medrar, brotar y crecer como una lenta y fuerte enredadera, con sus deseos, sus pasiones, sus conocimientos, sus sueños, sus preocupaciones, su felicidad y florecía en ella junto con su propia necesidad de todo lo que Él significaba… Enamorada y entregada en cuerpo, mente y alma a su Amo. Pero el tercer día tocaba a su fin… y con este la segunda etapa… Y el Amo dio paso a la tercera parte de Él, el Daddy, que la purificaría por completo en su esencia más pura y sincera… la de su eterna niña.


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