Imágenes al azar.

jueves, 7 de noviembre de 2013

La sesion 2ª Parte.

La lluvia de azotes no se hizo esperar, te ordené que los contaras, espaciando el tiempo entre cada uno, jugando a acariciar tu piel con la fusta y mi mano para desconcertarte si es que tu ceguera temporal no lo provocaba ya bastante. Con la mejilla contra el colchón gemías y contabas desconsolada con aquella mezcla de excitación y dolor que solo yo te daba, mientras me alimentaba de aquellos susurros que llevaban la cuenta mezclados con quejidos ante mis fuertes azotes. Cuando no me parecía escuchar bien el número adecuado te cogía del pelo y alzaba tu rostro para preguntarte con dureza -¿Cuantos has dicho perrita? ¿Has perdido la cuenta y quieres que empiece de nuevo? - mi sonrisa de Cabrón se ensanchaba en mi rostro al verte completamente dominada, rogando que no empezara de nuevo, pero tampoco que parara, veía y sentía como necesitabas mi tacto contra tu culito, mis manos acariciándote y mis gestos de Dominante desatado y sin piedad. 


Cuando me pareció adecuado paré y metí mis dedos en tu boca, sintiendo como los lamías mientras con la otra mano comenzaba a follarme tu coñito con dos de mis dedos, moviéndome en tu interior a mi voluntad provocando tus gemidos ahogados por mis caricias sobre tu húmeda, suave y deliciosa lengua. entonces llevé mi mano a tu culito y comencé a penetrarlo con mis dedos comenzando a estimularte sin piedad por ambos lados, tu humedad era palpable por mis sentidos, podía verla a simple vista brillante e impregnada en tu piel, me arrodillé a beberla para saborearla entre mis labios, y me inunde de su perfume embriagador que tanto me excitaba. Estabas completamente abrumada por mis actos, tus sentidos colapsados por la mezcla de dolor y placer que descompasaban tu respiración. Sobre tu mejilla rogabas más, necesitabas sentir más fuerte, más intenso, nunca era suficiente, me entregabas tu cuerpo y tu mente sin saber que ya eran míos. 

En un momento dado cogí tu mano y la llevé a tu humedo coñito -¿Ves como estas? ¿Que es lo que provoca eso perrita? - dije conociendo ya la respuesta pero deseando regocijarme de oírla de tus labios, como si me entregaras otro trocito más de tu alma de la que hacía tiempo que ya era dueño en posesión de sus escrituras. -Usted Amo... Usted... déme más... haga conmigo lo que desee... ¡necesito sentirle! - Ante aquellas palabras paré y odiaste que lo hiciera, tu cuerpo temblaba, el contacto de mis manos sobre el era un recuerdo que rezaba sobre tu piel como si aun lo sintieras, pero no estaba ahí y esa añoranza se convertía en una necesidad urgente e implacable 



-Muy bien... voy a darte tu premio... De momento toma esto y no dejes que salga de ti bajo ningún concepto, y tienes prohibido correrte sin que yo te lo ordene... - dije mientras introduje en tu coñito un vibrador que enseguida comenzó a estimularte haciendo que tus gemidos arrancaran de nuevo llenando el ambiente cargado del delicioso aroma del sexo. Tras unos minutos en los que no supiste que ocurría, sola con el ruido de aquel juguete volviéndote loca y tus propios gemidos acompañándote notaste un cambio bastante drástico, sentiste una presión en tu culito, agarrándote de las caderas presioné la puntita de mi polla para muy lentamente dejando que el placer de tu sexo y mis caricias hicieran el trabajo de acostumbrarte a mi, cedieras a mi cálida dureza notando como poco a poco te iba llenando, disparando tus gemidos que se retorcían desesperados por aquel placer que te partía en dos con pequeñas punzadas de dolor. 

No obstante, de algún modo era capaz de cumplir lo que te prometía, te hacía mía por completo y no sentías ese dolor que tanto temías, solo placer un placer enorme llenándote haciéndote gemir descontrolada rogando más, notando como tu coñito se contraía contra el juguete que no cesabas de mover penetrándote deseando que pudiera desdoblarme y follarte de todas las formas posibles, llenando tu boca también para no perder ni una posibilidad de sentirte mía, completamente indefensa, casi forzada. Tus gemidos eran desesperados, tu necesidad de correrte tan intensa que aferrabas las sabanas incapaz de articular palabra, y yo mientras te azotaba y te follaba impunemente notando como tu cuerpo se tensaba para contener aquel gozo que pugnaba por convertirse en una explosión de placer prohibida. No lo sabías, pero disfrutabas el limite, disfrutabas intensamente jugar con la frontera gris entre la orden y el deseo prohibido para disfrutar cualquiera de los dos resultados sin importarte las consecuencias de desobedecer, no obstante tu voz llegó en el punto álgido -A...Amoooo... porfavooor... dejeme correrme... ¡se lo suplico!



-Jajajaja ¿ya no aguantas más? ¿No deseas que siga? ¿Acaso quieres que pare? -Dije extendiendo aquella tortura con preguntas innecesarias cuyas respuestas eran más que evidentes -No...no aguanto más... siento que voy a estallar... No quiero que pare... ¡quiero que siga, pero no podré evitar correrme! Permítamelo y haga conmigo lo que quiera después... Sígame follando, soy suya... su perrita... lo que Usted desee... - Aquellas palabras eran demasiado, eran el fruto de mi ser dominante que había florecido en tu interior haciéndote mía por completo -Córrete... conmigo... Ahora... ¡vamos! Pero no olvides decirlo... quiero saborear y recordar ese momento justo cada vez que te folle, di que te corres -Dije aumentando las embestidas notando como el orgasmo como un caballo desbocado estallaba en tu interior derramándose, llenándote con mi calidez abundantemente, sintiendo cada impulso contra tu ser mientras estallabas temblorosa en un orgasmo lento, retorcido e intenso que te dejaba a mi merced, en mis brazos. 

Lentamente caímos sobre la cama, me deslicé de tu interior mientras mis dedos se aferraban a los tuyos, quedando mi cuerpo sobre ti en un abrazo que demostraba nuestros roles en ese momento, cubierto de la ternura y el amor de mis besos sobre tu pelo y tu cuello mientras nuestras respiraciones se acompasaban la una con la otra en perfecta sincronía. -Te amo pequeña... Nunca dejes de ser mía...



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