Imágenes al azar.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Paseo junto al mar.


Aquella noche mientras veíamos la tele abrazados decidí que me apetecía que saliéramos a pasear. El invierno estaba aplacado en ese momento, no corría viento y estábamos solos en aquella parte del mundo, tiré de tus pequeñas manos y poniéndote en pie desnuda te besé -Me apetece ir a la playa, no tengo sueño y no ponen gran cosa en la tele, aprovechemos mi vida. La idea de salir de mi pecho no parecía seducirte mucho, sin embargo cuando comencé a vestirme suspiraste y aceptaste con uno de tus graciosos “vaaaale” alargados para dar la sensación de que era insoportable satisfacer mis caprichos. Cogiste tu ropa y te la quité de las manos en un momento -No, no... -te tomé de la mano y te guié hasta el armario, allí en una solitaria percha reposaba esperando un abrigo largo -Solo eso y nada más -dije con una sonrisa mientras sentenciaba mi decisión  con un azote y un largo beso que no te permitiera quejarte.

Cinco minutos más tarde caminabas con la extraña sensación de ser una especie de Eva contemporánea al lado de un Adan muy Cabrón y dominante, desnuda pero cubierta, ataviada solo con otro capricho de tu Amo, y calzada con unos tacones que te hacían más alta pero que igualmente te hacían caminar con inseguridad, sin embargo mi fuerte mano te cogía y te llevaba con firmeza impidiendo que te cayeras. Pasamos frente a una solitaria pareja que volvía a casa huyendo casi seguro de aquel frío estancado y pude ver como agachabas la mirada mirando con cierta vergüenza. No te dedicaron más de un vistazo, caminábamos juntos y nuestra broma secreta era invisible a los ojos de los demás, eso hizo que te relajaras visiblemente y comenzaras a soltarte un poco más.

Estábamos completamente solos, no se veía nadie en ninguna dirección a aquellas horas de la madrugada, de repente paré y te dije -Colócate contra esa farola y abre el abrigo - casi de repente me dijiste que estaba loco que ni pensarlo sin embargo mi cara y mi pose inamovible te dijo que no iba a cambiar de idea. Te apoyaste contra la farola y tomando cada extremo del abrigo lo abriste sintiendo como el frío mordía tu piel erizando tus pezones. Yo me entretuve acercándome para tocar tu piel y calentarla con mi excesiva temperatura estremeciéndote en cada caricia, te besé y me envolviste con tu abrigo cogiéndome de las caderas para ocultar tu desnudez en ese abrazo y yo comencé a follarte con mis dedos en mitad de la calle, asegurándome tu humedad y tu deseo de más retirándome cuando notaba que no había vuelta atrás para esa necesidad que había creado en ti, guardándome tu obediencia en el bolsillo un poco más con aquel morboso y excitante juego. Me retiré e hiciste el amago de cerrar el abrigo y dije -Solo un segundo mas - Saqué la cámara y te fotografié -No te escandalices, posa para mi... Quiero recuerdos de nuestros momentos, no puedes confiárselo todo a mis palabras escritas - dije divertido. 

Aquel paseo marítimo había visto a parejitas desenfrenadas, pero seguro que ninguna tan morbosa y excitante como nosotros, se extendía prácticamente de pueblo a pueblo, lo cual nos aseguró millas, rincones y momentos para continuar con aquel juego, desvelados por el placer y el morbo para amarnos de las maneras más inusitadas que hayamos experimentado nunca antes.

Entonces saqué de la mochila tus deportivas y te las tendí -Cambio de escenario -dije a toda respuesta descolocándote seguro de que no esperabas aquello. Tras un paseo campestre con la promesa de un buen album digital guardada de nuevo en su funda, te guié hasta un mirador en lo alto de la montaña frente a la playa y apoyando tus manos sobre su barandilla te dejé completamente desnuda, azoté tu culo varias veces llenando el silencio de la noche de los chasquidos de mis manos contra tu piel, sin duda entraste en calor. Y para terminar de mantenerlo me aferré a tus caderas y comencé a follarte con dureza y urgencia, notando como me apretaba en aquella posición contra las paredes de tu húmedo y apretado coñito, haciendo sin duda que las sensaciones no fueran extremadamente placenteras para mi solo. Abrazando tu cuerpo contra el mío, apretando tus pechos y pellizcando tus pezones mientras mordía tu hombro y tu cuello, mientras gemía a tu oído llegamos al orgasmo, sintiendo como te llenaba por completo de mi placer y permaneciendo abrazados sin salir de ti contemplando aquella hermosa vista panorámica nocturna del mar iluminado por una enorme y blanca luna muda testigo de nuestros morbosos placeres. -Tenemos que hacerlo en la playa -dijiste riéndote con picardía provocando fácilmente mi risa -Eso está clarísimo amor mío... Dalo por hecho.


No hay comentarios:

Publicar un comentario