Imágenes al azar.

jueves, 7 de noviembre de 2013

La sesión 1ª Parte.


Aquel viernes las clases se hacían interminables, el segundero del gran reloj del aula 3.2 parecía querer caminar hacia atrás y transportarme a un interminable y soporífero infierno donde no había escapatoria alguna. El motivo de mi excitación no fue otro que tu llamada de aquella tarde entre clase y clase, tu voz me puso sobre aviso enseguida, esa voz con ese meloso y aparentemente inofensivo tono de Cabrón -¿Disfrutando del descanso? Que poco te va a durar esa tranquilidad pequeña... Cuando vengas a mi quiero que estés bien mojada ya... Haz lo que debas, pero quiero meter tu mano bajo tu tanguita y notar que suspiras de placer - ante aquella orden mi sexo ya empezó a palpitar, la llamada se cortó dejándome con cara de circunstancias mientras notaba como el calor me invadía ante la incertidumbre de lo que Él había preparado para mi. Durante el resto de la última clase de ese día por mi mente desfilaron toda clases de perversiones, tan dolorosas como deliciosas que hicieron que me tapara los labios discretamente mientras cerraba las piernas para que nadie advirtiera nada mi gemido de placer. 

Cuando salí respiré hondo y me calmé apoyada en la barandilla de los puentes colgantes que separaban un ala de la universidad de otra. Me encendí un cigarro y fumé hasta que reuní valor para andar camino hacia mi deseada perdición.


Mientras tanto en la casa, Él se afanaba en crear el escenario perfecto para sus más oscuras y morbosas fantasías. Cogió el teléfono y sentado en el sofá prendió un cigarro y marcó el numero para llamarla -¿Como va mi pequeña perrita? ¿Nerviosa? Jajajaja estoy seguro de que si... no te preocupes... no te dolerá mucho - al otro lado de la línea sentada en el autobus, me mordí el labio y me entraron ganas de reírme de sus gracias, pero aunque lo hiciera me tenía cogida como quería, jugaba con mi odio hacia las sorpresas anunciadas sin desvelar su contenido. Colgué el teléfono frustrada y al momento me arrepentí y volví a llamar, no me lo cogió, supe que me había ganado un castigo y se me encogió un poco el corazón, pero lo afrontaría con la barbilla alta y mirada desafiante ¡Eso se lo podía asegurar! Al menos hasta que agachara mi mirada y me sometiera, lo cual pasaría en menos de lo que me gusta admitir.


Cuando llamé a su puerta me dijo que me diera la vuelta, sentí como abría y enseguida vendó mis ojos, me tomó de la cintura y tiró de mi para cerrar usando el peso de su cuerpo contra el mío, mientras me besaba fiero y apasionado, notando como sus manos apretaban mis pechos y bajaban por mi cintura buscando mi sexo hinchado y humedecido por el deseo que podía causar en un segundo, como si fuera una fuerza imparable de la naturaleza. Mi respiración y mi habla volvieron de sus vacaciones tras la sorpresa y con un elevado gemido le demostré lo terriblemente cachonda que estaba -Buena chica... estas preparada y deseosa de lo que sea que te espere -susurró a mi oído mientras lo mordisqueaba haciéndome estremecer por las deliciosas cosquillas de su aliento -Si Amo... -dije en un hilillo de voz como hipnotizada, mientras afuera llamaba a la puerta mi voluntad que ante semejante arrebato se había quedado fuera de casa olvidada.

Me dejé guiar embriagada por el placer y el cosquilleo del deseo que todo aquello provocaba en mi, estaba desorientada, no sabía si me encontraba en su salón o en su habitación, ¡y eso que eran direcciones distintas! Noté como me desnudaba acariciando mi cuerpo con sus manos haciendo que el frío de la ausencia de ropa erizara mis pezones, su calidez me reconfortó en cuanto me abrazó, note su miembro desnudo, duro contra mi sexo, alojada entre mis labios rozando el clítoris y haciendo que me pusiera de puntillas para intentar metérmela entera sin éxito pues se retiró haciendo que me sentara en una silla -Quietecita... -dijo mientras me tomaba del cuello repasando mis labios con uno de sus dedos, yo a toda respuesta lo lamí y me quedé quieta. Pude sentir su sonrisa, aunque no la viera ni la oyera ¡Estoy segura!

Las reglas fueron dictadas de sus labios y a medida que salían de aquel rincón de placer para llegar a mis oídos las iba cumpliendo involuntariamente sin necesidad de pensar, como si fuera una extensión de Él y sus deseos; La espalda contra el respaldo para que luego no digas que te duele, las piernas separadas apoyadas sobre la base de la silla, y las manos aferradas a los reposabrazos. El ambiente se llenó de música, aquel tango que  tantas veces me cantabas al oído haciéndome derretir de placer con la parte en inglés. Noté la mordedura de las cuerdas contra la piel de mis tobillos y muñecas, inmovilizándome contra la silla, lo cual hacía absurdo que me diera ordenes si luego me ataba haciéndolas innecesarias, pero estaba especialmente Cabrón, se divertía haciéndome encoger de deseo y de expectación con aquella voz tan peligrosa y luego me descolocaba, estaba seguro de que se sentía como un niño el día de navidad.



En aquella posición, inmovilizada, ciega, y con la música llenando mis oídos impidiéndome escucharle estaba indefensa, expuesta húmeda y palpitando, completamente vendida para lo que deseara hacerme, ya no sabía si me excitaba o me causaba tensión, mi cuerpo estaba a flor de piel. Y Él bien parecía saberlo, el primer contacto de sus dedos con la piel de mis hombros y mi cuello hizo que me estremeciera con una descarga eléctrica haciendo que gimiera en voz alta. Su mano llegó por distintos ángulos y en momentos diferentes sin que el espacio entre estos fuera algo arbitrario o meditado, se paseaba por la sala admirando mi atada figura con los labios entreabiertos respirando superficialmente temblorosa de deseo como una hoja, hermosísima a sus ojos.  Se apoyó en las manos de ella y se inclinó para besarme y privarme de aquella deseada boca en un segundo mientras un quejido se hacía notar para mayor diversión de Él. Comenzó a castigar mis pezones tirando de ellos, mordisqueándolos, lamiéndolos, sus dedos recorrían su sexo y lo penetraban y ante el menor indicio de movimiento de cerrar las piernas o cambiar de posición me dio una bofetada de aviso que venía con todas sus amigas dispuestas a unirse a la fiesta si lo hacía necesario, lo escuché fumar a mi lado, podía oler el humo y sus labios aspirando por la boquilla del cigarro muy cerca de mi oído, pero el colmo de las sensaciones llegó cuando noté como sobre mi pecho y mi sexo se derramó una sensación caliente que duró un segundo para cristalizarse sobre mi piel dejando su recuerdo, ¡Estaba derramando cera sobre mi!

-¿Sabes cuanto tiempo ha pasado? -negué en silencio después de un rato, temblando visiblemente incapaz de articular palabra. Noté como me desataba y acariciaba la piel de mis manos y tobillos, me cogió del pelo y tiró ligeramente de el mientras con la otra mano apoyó algo en mi boca, agradecí que me diera agua pues estaba terriblemente sedienta, debí haber pasado demasiado rato respirando a través de mi boca pues notaba mis labios secos -Han pasado 20 minutos nada más, y aun te queda mucho por sentir -dijo riéndose sin darme tiempo a expresar sorpresa pues me cogió del pelo y tiró de mi para tumbarme en la cama con un empujón controlado, dispuesto a seguir jugando conmigo como se le antojara por el tiempo que se le antojara pues yo solo era una muñeca en sus manos.

1 comentario:

  1. Hace tiempo que no escribe MaestroPurpura ¿para cuándo nos deleitará de nuevo? Un abrazo.

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